lunes, 30 de junio de 2008

La selección que enterró a la furia


Hace unos 20 años, Luis Aragonés calentaba con sus jugadores en el arcaico Las Gaunas de Logroño. Era un entrenador peculiar, sin miedo al ridículo. Aquel día vestía una pelliza marrón indigna de cualquier rastro dominical. El complemento a su rancio gusto para el vestir lo ponía una dentadura postiza con unos dientes que se movían como las teclas de un piano varado en el cuarto de los trastos. A él le importaba un pimiento: arengaba a la pandilla de extranjeros que le había fichado Jesús Gil con la desvergüenza del entrenador que está de vuelta de todo y sólo hace su trabajo. Ese viejo cascarrabias ha conseguido esta noche la Eurocopa con la selección española.

El 'sabio de Hortaleza' ha enseñado a los futbolistas españoles a hacer lo contrario de lo que se esperaba de una selección española. El jugador ya no pierde en el campo de batalla con el tabique nasal ensangrentado, ya no arolla infructuosamente al equipo contrario con su fuerza bruta, ya no suda lágrimas enrabietadas ante un árbitro hostil. La furia se ha enterrado con todos los fracasos en el cementerio de las fases finales en las que España era favorita. Ha nacido el equipo y ha muerto la selección de los bemoles. El carácter esquizofrénico se ha transformado en fe en la victoria.

España ha dado una lección de toque en unos tiempos en los que el balón es enemigo de los especuladores que siempre ganan. La selección ha explicado en Austria cómo se combina y se llega a la portería contraria sin tener que romper con un pelotazo o con una presión propia de un Estado policial. La concentración de centrocampistas superdotados ha sedado a los equipos rivales hasta hacerles claudicar independientemente de su fuerza, velocidad o buena suerte; la inteligencia a la hora de mover la nave ha dado al equipo un poso que se ha traducido en competitividad: los nervios no han aparecido nunca y eso ha permitido exprimir el talento con exhibiciones de fútbol arte -la historia del fútbol recordará la segunda parte de las semifinales contra Rusia-. Todo ello con Luis Aragonés como entrenador y padre de un grupo de chavales que por fin no se ha encastillado o balcanizado como en torneos anteriores. El relevo generacional ha permitido que Aragonés se jubilé con el trabajo bien hecho, como un progenitor hosco en el gesto pero hábil en el objetivo de llevar la felicidad a su familia.

La selección ha sido la mejor y la que mejor sensación deja entre los ganadores de los cuatro últimos grandes torneos. El fútbol gana con España como campeona de Europa. Gracias Luis.
Foto: as.com

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